La ofensiva de Trump amenaza con frenar el avance global coordinado

Si el año pasado los primeros compases de la Administración Trump estuvieron marcados por el fervor bursátil, las promesas de aligerar el peso regulatorio y reformas, como la fiscal, con un coste de 1,5 billones de dólares, en las últimas semanas la Casa Blanca ha levantado ampollas entre sus socios comerciales y despertado al fantasma de una guerra comercial.

El presidente Donald Trump anunció el 8 de marzo que impondría aranceles del 25% sobre las importaciones de acero y del 10% sobre las de aluminio. Una decisión unilateral auspiciada por la Sección 232 de la Ley de Comercio patria que señalaba la seguridad nacional como justificación para este cometido.

La avanzadilla no quedó ahí. La semana pasada, el republicano firmó un decreto que busca imponer aranceles de alrededor de 60.000 millones de dólares a las importaciones procedentes de China. Alega que el gigante asiático ha robado tecnología y propiedad intelectual al país durante años según regula la Sección 301 de la Ley de Comercio americana.

Esta decisión llega precedida de la imposición de un arancel especial de hasta el 30% sobre las importaciones de paneles y células solares y un gravamen del 20% para algunos modelos de lavadora. No hay que olvidar que una de las primeras decisiones de Trump como presidente fue retirar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica e instigar la renegociación, todavía en curso, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Pese a que EEUU excluirá temporalmente a la UE, Brasil, Argentina, México y Canadá de los aranceles al acero y al aluminio, estos países podrían reaccionar si se les aplican estos u otros gravámenes. De hecho, China ya respondió con represalias similares por 3.000 millones de dólares sobre una lista de 128 productos estadounidenses.

“Una guerra comercial real podría tener un efecto notable en la economía de EEUU”, avisa Jay H. Bryson, economista global de Wells Fargo Securities. Y su compañero John Silvia recuerda que Trump fue elegido como efecto disruptivo, por lo tanto, no sorprende la coyuntura actual. Aunque Washington defienda sus acciones como parte de un plan para conseguir un comercio justo para todos, “las rabietas de Trump lo sitúan en el lado equivocado de la historia”, señala Nigel Green, fundador de la consultora financiera deVere Group. “Al imponer aranceles y oponerse al libre comercio y la globalización está creando una guerra comercial innecesaria que será perjudicial para la economía mundial”, explica.

La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, sespera que las decisiones no conduzcan a una escalada proteccionista más amplia. “La historia económica muestra claramente que las guerras comerciales no solo dañan al crecimiento global, sino que también son imposibles de ganar”, aclaró, refutando las declaraciones del propio Trump quien considera que este tipo de conflictos son buenos y “fáciles de ganar”.

Un informe de Tax Foundation, think tank con sede en Washington, indica que el paquete adicional de aranceles por 60.000 millones de dólares a productos chinos, anularía más del 20% de los beneficios esperados para 2019 tras los recortes fiscales aprobados el pasado diciembre. “Como ya advirtieron 45 asociaciones comerciales, estos aranceles podrían provocar represalias que afectarían negativamente a la agricultura y exportaciones de servicios además de infligir mayores costes para las empresas y los consumidores”, justifica.

Fuente: méxicoxport

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